Escritor Vallecaucano: Raúl Alberto Campo Ruiz
  Libro: S.T.M.I.O - MIO - Primera Face
 



CAPÍTULO I

 

E

sta historia da inicio en el año dos mil cuatro, en una de las ciudades más hermosas de Colombia, llamada Santiago de Cali o conocida también como: “La Sucursal del Cielo” o “Sultana del Valle”. Recuerdo, que en aquella época era un empresario más de ésta ciudad, mi oficio: Propietario, Rector y Docente de una institución de educación no formal.

 

Ese año fue uno de los más duros para mí, por todo aquello a lo que me debía enfrentar. También se debe tener en cuenta que en mi ciudad no es fácil mantener un negocio a flote y más en el área en que me desempeñaba.

 

El MIO, dio inicio el proceso de construcción por la avenida primera, recorriendo desde Chiminangos hasta la estación hoy denominada “Torre de Cali”.

 

Cada vez que me desplazaba por aquella avenida, viendo como levantaban la tierra, tapaban las calles, el flujo vehicular se convertía en un caos total, pero en mi interior siempre tuve paciencia, el saber que una nueva obra de ingeniería para mi ciudad era muy importante, darme cuenta que por fin ésta urbe iba a tener un adelanto por lo menos, en unos diez años.

 

Si no me falla mi memoria, los habitantes de ésta urbe manejaban muchas especulaciones, unos decían que era lo mejor que le había pasado a ésta ciudad, otros, con su negativismo, que esto era lo peor. Muchos nativos especulaban que infinidad de personas de la clase obrera se iban a quedar sin empleo, pero lo que realmente no sabían, era que muchas veces para mejorar, hay que sacrificar, y todo por una Cali mejor.

 

Recuerdo un tarde, abordé un taxi con destino a la tercera norte, lugar donde se encuentra ubicada el monumento a la “Solidaridad”, el Sol como decimos los caleños, se encontraba pegando fuertemente, sudaba en los trancones formados por las obras, pero siempre mi mente se proyectaba hacia un futuro mejor. El taxista, encontrándose exaltado porque sabía que en la demora de la congestión perdía tiempo y dinero.

 

Viendo su desesperación, muy amablemente le pregunté:

 

_ Cuénteme, ¿Le sucede algo?

_ Estas trancas, formadas por eso que están levantando.

_ Disculpe le hago dos preguntas.

_ Sí, claro.

_ ¿Le molestan las construcciones?

_ No ve que esto me hace perder tiempo y dinero.

_ Cuándo usted construye en su casa, tiene que incomodarse, ¿Cierto?

_ Claro, si tengo que volver bonita mi casa, me incomodo.

_ En este caso eso es lo que sucede, nuestra casa, Cali la están arreglando, debemos incomodarnos un poco.

 

El taxista se quedo callado, mirándome porque lo había dejado sin palabras con las preguntas que le había efectuado, concientizándose, respondió:

 

_ Usted tiene razón… Ésta es nuestra casa, además ella nos da techo, trabajo y comida.

_ Todo es cuestión de paciencia y no se preocupe que ya vamos a salir de éste tranconsito.

 

Esperamos un momento hasta que pudimos salir de él. El tiempo pasó, en la primera, ya se encontraban las estaciones, siendo dueñas y amas de esa gran avenida. En ese instante sentí que mi Cali bella, con el calor de las noches, el viento recibido del pacífico y de la cordillera central, me soñaba viajando en uno de esos monstruos articulados como los veía en televisión, tomando como modelo el “Transmilenio”.

 

Cuando veía las noticias de mi región, los empresarios de esa zona hicieron un sinnúmero de peticiones, porque las obras les estaban mermando los ingresos, que muchos empresarios habían tenido que despedir empleados, la situación me parecía bastante triste, pero las empresas ¿Dónde tenían a sus grupos de ventas o procesos publicitarios para haber podido combatir aquella crisis?

 

Así el tiempo pasó, en ese instante se encontraban construyendo la carrera quince desde el Siente de Agosto hasta la estación “Santa Librada”, continuando por toda la calle quinta hasta donde se encuentra ubicada hoy en día la estación “Universidades”, ese era uno de los tramos más grandes.

 

Igual, como lo expresé anteriormente, el flujo vehicular era un caos total. Pero siempre llevé en mi mente, todo por una Cali mejor, una Cali hacia el futuro.

 

Me encantaba caminar por la calle quinta a coger la carrera quince, viendo como organizaban el parque donde hoy día queda el monumento a aquella persona que en nuestra sociedad caleña hizo gran peso. Ella, recorriendo las calles de esa pequeña ciudad de los años cincuenta y sesenta, diciéndole a todos los habitantes que no era la reina nacional, ni del departamento, de su boca salía con gran orgullo que era la “Reina de Cali”. Hoy en día lo sigue siendo y cada vez que me paro frente a ese gran monumento colorido, hago mi reverencia, nunca supe de alguien que quisiera tanto a esta majestuosa ciudad. De ella, muchos caleños debemos aprender, que nuestra ciudad es lo más hermoso que puede tener Colombia… No Colombia, creo que el mundo entero.

 

El tiempo siguió, en el año dos mil cinco, precisamente, el día de la madre, dio inicio a mi enfermedad de base, en aquella clínica donde vi y conocí la parca de frente, en que decía que mi vida debía continuar, porque en mi interior tenía dos deseos muy importantes, el primero, ver en funcionamiento el MIO y el segundo, poder escribir historias a los habitantes de mi ciudad.

 

Al salir de la clínica, en tan sólo cinco días que estuve en ella, al llegar a mi casa el saber que todo lo que había logrado y formado en cuatro años de mi existencia no quedaba nada, todo se encontraba perdido. Para mí fue muy fuerte el ver todo eso, al sol de hoy, sigo extrañando aquella vida que deje y al regresar no encontré.

 

Pero la misma vida me dio otra oportunidad. Que mis ojos siguieran contemplando a mi urbe que siempre he amado y Dios, darme el poder de plasmar en escritos sucesos que a los seres humanos se que en algún momento pondrán en práctica.

 

Como dice el dicho, la vida continua, dentro del proceso de recuperación, después de haber pesado sesenta y cinco kilos, en ese instante me encontraba en cuarenta y cinco, los que me conocían decían que parecía gancho de ropa, que todo lo que me ponía, me colgaba. Siempre lo tomé como un chiste.

 

Manejando como terapia, siempre los días Viernes, salía desde mi casa ubicada en la Autopista Sur Oriental, cerca al sector la Luna, en conjunto con unos amigos, nos íbamos a pie por toda la calle trece, cruzando en su esquina a coger el parque de la loca Jovita, continuando con nuestro recorrido hasta el parque artesanal La Loma de la Cruz.

 

Durante casi un año lo tomé de costumbre, siempre me encantaba hacer aquel recorrido, a mis amigos les decía que nos fuéramos por aquel lugar, ya que no sabía si realmente mi vida continuara y pudiera completar el deseo de ver ese gusano recorrer las calles de mi ciudad.

 

Recuerdo aquella vez que venía de regreso a mi casa con uno de mis grandes amigos, persona que lo aprecio mucho, su nombre, Bernardo Castaño. Iban a ser las once de la noche, dentro de toda la carrera quince hasta la trece se encontraba en construcción.

 

Llegamos a toda esa esquina para bajar por la calle trece hasta la Luna. Nos paramos un rato y muy contentos vimos como se encontraban fundiendo una de las losas de la calzada. En ese instante dijo:

 

_ Lástima por no haber traído una cámara.

Lo mire extrañado y le pregunté: _ ¿Para qué?

_ Para haber tenido fotos y mostrarles a nuestros hijos y nietos que estuvimos viendo cómo fundían una plancha de la calle para el MIO.

_ Si, tenes toda la razón, lastima._ Con tristeza contesté.

 

Al pasar el tiempo, la calle quince y la calle quinta terminaron su construcción, la pregunta que nos hacíamos todos los caleños, ¿Cuándo será que realmente se pondrá en funcionamiento el nuevo sistema de transporte?

 

Otra de las cosas que no se puede olvidar es que el centro de la ciudad quedo muy hermoso, lastima los vendedores ambulantes y las basuras que tapan un poco esa belleza. La calle quince quedó como una de las vías europeas, el poder caminar ampliamente por aquel sector del centro de la ciudad, el tener bancas donde parar a descansar y ver pasar el gusano azul.

 

Es una de las mejores construcciones que han podido hacer las entidades oficiales y Metro Cali a nuestra ciudad.

 

CAPÍTULO II

 

El quince de Noviembre del año dos mil ocho, siendo un día Sábado, se dio inicio al funcionamiento del Sistema de Transporte Masivo de Occidente o como lo conocemos todos los caleños, el MIO.

 

Recuerdo que los medios de comunicación dieron la información que nuestra ciudad se encontraba estrenando un nuevo sistema de transporte. Al escuchar esa noticia fue música para mis oídos. No podía creer que por fin el sistema se encontraba funcionando y estaba gratuito.

 

Al escuchar la noticia, decidí ir con mi amigo de andanzas, Bernardo Castaño a estrenarlo. Sabíamos por fuentes externas se encontraba en período de prueba desde las nueve de la mañana hasta las doce del medio día y por la tarde desde las tres hasta las cinco.

 

Ese Domingo, en horas de la tarde, con la ilusión que sabía que por fin podía abordar ese gusano azul y estrenar sus estaciones. Arreglado como todos los caleños para salir aquel día, me coloqué la percha dominguera. Con mi amigo, salimos en horas de la tarde, recuerdo que eran como las tres y media.

 

Caminamos todos contentos, salimos de mi casa, de ahí nos dirigimos a un puente peatonal verde que se encuentra ubicado sobre la Autopista Sur Oriental, bajando el puente de la Luna cuando uno se dirige hacia el norte. Seguimos por toda la calle trece hablando de lo emocionante que debería ser el poder estrenar ese nuevo sistema de transporte. Seguimos caminando hasta encontrarnos con esa majestuosa estación dividida en tres plataformas,  construida desde la calle trece hasta la calle quince.

Al llegar nos dimos cuenta que esa estación se llama San Pascual, la reja se encontraba cerrada, detrás de ella, el vigilante designado para ese lugar y fuera un grupo de personas que como nosotros quería estrenar el nuevo sistema de transporte.

 

Al llegar a la reja nos llevamos dos grandes sorpresas.

 

_ Buenas tardes guardia, venimos a estrenar el nuevo sistema.

_ ¿Tienen la tarjeta?

_ No señor, ¿Cómo hacemos para adquirirlas?

_ Se reparten sólo cincuenta, a las nueve de la mañana y nuevamente a las tres de la tarde.

_ Entonces, no podemos acceder a él.

_ Hoy no, además está pasando muy lleno.

_ ¿El bus articulado se está llenando?

_ No, no han salido todavía esos buses, los que se encuentran en funcionamiento son los complementarios, los que son la mitad de ellos.

 

Envueltos en nuestra desilusión nos quedamos en aquel lugar, sólo para contemplarlo con nuestra mirada cuando llegara a dejar y recoger pasajeros. Tanta fue nuestra emoción que venía desde el sur para dirigirse al Siete de Agosto, en su tablero del frente decía T10 – Siete de Agosto. Mi amigo sacó su celular con cámara y le tomó una foto antes que llegara a la estación. Ese día dio inicio a una nueva ruta llamada la T10. Ésta se dirigía desde el Siete de Agosto hasta el retorno en Cosmocentro y realizaba su regreso hasta la estación de inicio.

 

Nos quedamos un rato contemplando ese monstruo azul recorriendo las calles de mi ciudad. Se dio inicio a una leve llovizna, entonces, por ley de descarte, nos tocó esperar a que escampara, pero dentro de ese proceso nuestros ojos contemplaban el nuevo trabajo de ingeniería adquirido por la ciudad.

Todo el tiempo que estuvimos ahí, el carro pasaba lleno de personas, se veían como pepinillos metidos en un frasco. Yo los bauticé como corronchos cuando se pegan a los vidrios del acuario. Pero de todos modos, para mí era lo máximo.

 

Al escampar, le dije a mi amigo que tomáramos retorno a la casa, en ese instante frente al vigilante me agaché y con mi mano toqué el piso de aquella estación y de mi aparato fonador salió la expresión:

 

_ No monté en el MIO, pero no me quedo con las ganas, toqué estación.

 

El vigilante, al ver mi gesto de su rostro salió una sonrisa, luego realizamos nuestro regreso a casa, con una gran tristeza en nuestro corazón por no haber podido estrenar aquel día el nuevo sistema.

 

El tiempo continuó pero al otro día, Lunes pude estrenarlo, la sensación que me dio fue muy grande, mi corazón palpitaba con el solo hecho de haber pasado aquella reja que el día anterior se encontraba cerrada. El estar en aquella estación, al verla como cuando uno llega al aeropuerto o la terminal de transporte por primera vez, uno no lo puede creer.

 

Ese día me dirigí hasta la estación Tequendama, el tiempo fue muy corto pero el complementario se encontraba bastante lleno. Desde ése día di inicio a mis conclusiones, la comodidad al andar, aunque se encontrara lleno era muy bueno. Tener el aire acondicionado, el no tener la guerra del centavo producida por los buses normales, el no llegar al lugar de mi destino oliendo a ACPM y mis ojos, no se encontraban llorosos por el humo contaminante, de todo esto se me olvidaba, aguantarse las emisoras radiales que a los conductores les gusta escuchar.

 

Otra de las cosas que noté fue que cada vez que abordaba el sistema conocía gente, hablaba con cada uno de los individuos, compartiendo los pro y contras del sistema, algo que uno no hace en un bus urbano. Hablando de mí ser, el dirigirle la palabra a cualquier individuo en aquellos vehículos era un terror bastante grande.

 

Con el pasar de los tiempos, los horarios aumentaron, se encontraba en funcionamiento, si no me falla la memoria, desde las ocho de la mañana hasta las ocho de la noche. Cuando dio inicio a ese nuevo horario, aproveché a conocer las rutas alimentadoras. Sólo se encontraba en funcionamiento las rutas de la estación de cabecera Siete de Agosto.

 

Ese día decidí ir a conocer lo que muchas veces llamé, “Ciudad Perdida”, porque el ingresar a ese sector de la ciudad uno se da cuenta que eso es otro mundo, es encontrarse con una nueva Cali, es como cuando uno llega a otro lugar, es un sector bastante completo, empresas, centro comercial, conjunto de casa, hospitales, colegios, bancos, mejor dicho todo lo que uno necesita lo encuentra a mano y lo más llamativo que uno encuentra es el Portón de Oriente, “Valle Grande”.

 

Ese día al llegar a la estación de cabecera, el complementario nos dejó en una de las plataformas. Ahí nos tocó desabordar y dirigirnos a la plataforma siguiente, dentro de ese trayecto veía en aquel sector los conductores del nuevo sistema, en ese instante los bauticé “Los aviadores del MIO”, ellos con la responsabilidad y tranquilidad que merecen los pasajero, sin aquella música molesta, el frene brusco y parar cada vez que un pasajero extiende su mano para avisarle que necesita abordarlo. Para ellos creo que fue un cambio bastante grande, el pasar de recorrer las calles incómodas de la ciudad a transitar por su carril exclusivo y parar en las estaciones establecidas.

 

Siguiendo mi camino, llegué a la plataforma siguiente, en ella se encontraban personas vestidas con camisetas estampadas, llevando uno de los mensajes más hermoso que se podía ver “El MIO es tuyo”. Un mensaje que da a los caleños, a las personas que han buscado en Cali un futuro mejor y, extranjeros a cuidar nuestro nuevo sistema.

 

En la parte superior decía las nuevas rutas alimentadoras A-41 Decepaz y A-42 Alfonso Bonilla Aragón. Los facilitadores les daban la indicación a las personas en que puerta pararse y hacer la fila. Recuerdo que Cali en el pasado fue la ciudad más cívica de Colombia, fuimos ejemplo para otras ciudades, en esa época, las personas hacían filas para abordar los buces, con el tiempo esa costumbre se perdió, ¿Por qué?, porque La Sultana del Valle se convirtió en una ciudad que llegaban personas de otros municipios a buscar un futuro mejor y el sentido de pertenencia se fue perdiendo poco a poco. Ese día fue maravilloso el volver a ver como las personas hacían la fila para abordarlo, espero que aquella costumbre no se pierda.

 

Ese día realicé los dos recorridos, no conocía muy bien aquel sector y como turista de mi ciudad lo hice, me dio la oportunidad de conocer aquel nuevo centro comercial que todos pintan que va a hacer maravilloso.

 

El tiempo pasó y en el mes de Marzo, especialmente el primero del mes, vino de visita nuestro presidente de la república, Álvaro Uribe Vélez y en conjunto con el gobernador Juan Carlos Abadía, el alcalde Jorge Iván Ospina y el gerente general de Metro Cali Luis Eduardo Barrera Bergara. Ese día le dieron salida a los buses articulados, se encontraban gratuitos y precisamente abrieron la quinta hasta la estación “Universidades”, ella siendo estación de cabecera del sur.

 

Ese día fue maravilloso, aquel Domingo puede por fin probar el gusano azul de las calles, el bus articulado.

CAPÍTULO III

 

Con el transcurrir del tiempo abrieron el centro de la ciudad, por fin le habían dado vida a ese sector que es muy utilizado por los caleños. Al haber abierto esa localidad, abrieron nuevas rutas con los buses articulados. La ruta T-10 continuó su funcionamiento, pero ella cambió su recorrido.

 

La ruta T-10 salía desde la estación Universidades, recorriendo toda la calle quinta, luego encontrarse con la carrera quince, llegando a la estación San Pascual, de ahí, subía por toda la calle quince hasta llegar a la estación San Pedro, en ese lugar realizaba su retorno por la calle trece, iniciando el recorrido en la estación La Ermita y continuaba su trayectoria hasta llegar a la estación de inicio.

 

También se encontraba la ruta T-40, esta ruta unía al oriente de la ciudad con el centro, ella daba inicio en la estación Siente de Agosto, recorriendo toda la carrera quince, al llegar al centro de la ciudad, subía por la calle trece y hacía su retorno en estación la Ermita y bajaba por toda la calle quince iniciando su recorrido hasta la estación de salida.

 

Otra de las rutas que se encontraban era la T-47, ella unía al oriente de la ciudad con la zona sur, salía de la estación Siete de Agosto, recorriendo toda la carrera quince, cogiendo en la estación Santa Librada, lugar donde se encuentra el monumento a Jovita, tomaba la calle quince hasta la estación el Lido, en Cosmocentro, realizaba el retorno para dar inicio nuevamente a su recorrido.

 

Una tarde, con ganas de leer un buen libro, decidí salir de mi casa, caminar las diez cuadras aproximadas, desde mi hogar hasta la estación San Pascual. Ese día abordé la ruta T-10, sabía que ésta me dejaría en la estación Universidades, sentado, al lado del gran ventana, leyendo mi libro y observando la panorámica de la ciudad, con el aire acondicionado soplando mi cabeza, afuera un calor sofocante, mientras, dentro del gusano azul el fresco de la mañana.

 

Al llegar a mi estación final, Universidades al realizar el desembarque en la primera plataforma, mis ojos no podían contemplar tanta belleza, recordé cuando por primera vez ingresé a emigración en el aeropuerto internacional El Dorado en la ciudad de Bogotá. Al ver esas cuatro plataformas, una de ellas se tomaban los alimentadores para la zona universitaria, la otra para el barrio el Caney y Meléndez y la última para volver a abordar el MIO.

 

Ese lugar, con un reloj digital, donde las personas pueden ver la hora y temperatura del clima, zonas verdes y bancas. Me senté y continúe con mi lectura. Al rato, tomé la decisión de conocer las nuevas rutas alimentadora, en ese instante arrime a la segunda plataforma. En ella se abordaban los complementarios A-11 Universidades y la A-14 San Buenaventura. Realicé los dos recorridos, primero para ser un turista más en mi ciudad y la segunda, saber en qué lugar realizaba las paradas.

 

Al llegar de esos dos paseos, me trasladé a la tercera plataforma, en ella se tomaban los alimentadores A-12 Meléndez y A-13 Caney. Igual que en las rutas de universidades, quería conocer y pasear un rato.

 

Al llegar, nuevamente abordé la ruta T-10, con destino a mi estación inicial, San pascual.

 

Pasaron las semanas y dieron vía libre a la primera, con ese nuevo trayecto dieron inicio a dos nuevas rutas troncales y dos alimentadoras, pero desapareció una.

 

Éste recorrido da inicio desde la estación Torre de Cali, hasta la estación de cabecera Chiminangos, con las nuevas rutas troncales T-31 Universidades – Floralia Y E-31 Expreso. En ella surgieron dos nuevas rutas alimentadoras, la A-31 Floralia y A-32 Alcázares.

 

Con la aparición de las rutas T-31 y E-31 dio para desaparecer la ruta T-10, nunca estuve de acuerdo, primero porque fue la ruta pionera dentro del sistema y segunda, porque le daba la vuelta al centro de la ciudad. Pero como dije al principio, todo sea por mejorar.

 

Igual que las otras rutas alimentadoras y troncales las conocí, realizaba el recorrido desde la estación chiminangos, de ahí tomaba mi regreso hasta la estación Lido para realizar el trasbordo a la ruta T-47 para dirigirme a la estación Siete de agosto y por último la tomaba de regreso para desembarcar en la estación San Pascual.

 

Ésta es la historia de la primera fase del Sistema Integrado de Occidente – MIO, una obra de ingeniería que a muchos con los que he hablado les he dado mi punto de vista. Prefiero el sistema Masivo a abordar un bus urbano, me siento más seguro andando en aquel gusano azul, desplazándose a una velocidad de sesenta kilómetros por hora a subirme a un bus urbano que sé que mi vida corre un alto riesgo y como le digo a mis escuchas, no cambio la comodidad por perder mi vida en un minuto por culpa de la guerra del centavo, noticias que he visto mucho en los medios de comunicación. Por eso, prefiero caminarme mis diez cuadras desde la autopista hasta la carrera quince con trece.

 
  F U N D A R C A  
 
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